viernes, 20 de febrero de 2009

“no creo que sea yo”

El último pensamiento que gira en mi consciencia se dio segundos antes de que despertara, pongo los pies en el suelo, me quedo sentada en el borde de la cama y no encuentro de donde encender la luz. Pienso un momento, ya sé donde estoy, ya lo recuerdo, mi casa, todo cuanto hay en esta habitación alguna vez fue mío, esta es mi casa. Me pongo de pie y voy al baño, tampoco encuentro de donde encender las luces, ¡esta ya no es mi casa! (pronto tal vez lo sea de nuevo). He tomado todo tipo de decisiones incorrectas en los momentos correctos. He dejado que todo pase, todo sigue pasando. Varias horas antes estaba sentada en un parque, un parque de un lugar donde los días no importan, donde todo el tiempo el tiempo es igual. Aquí no pasa mucho, hoy no es diferente, hoy no paso nada, no paso nada que cambiara el transcurso indiferente de los días, de mi tiempo, de mi reciente rutina.
Alusión a la memoria, eso es. Eso es todo. Hoy hace frío, es la única sensación fuerte y certera que puedo sentir.
Puedo perderlo todo. Terminar de perderlo todo. Todo lo de antes. Esa sería una decisión correcta, ¿o no? No quiero ver ciertos ojos y escuchar razones, ya no quiero escuchar más, no quiero cerrar los ojos para contener la rabia y confundir las respuestas y las razones precisas.
Quiero beber algo frío, camino hacia la nevera y mis pies descalzos se tropiezan con algo, un golpe fuerte en los dedos del pie es una de las peores sensaciones que se pueden sentir en la madrugada con las luces apagadas y sin saber en donde carajos se está parado. Lugares desconocidos. Contengo la respiración y evito las palabras con las que normalmente maldigo mi torpeza, hay personas durmiendo, siempre hay personas durmiendo mientras yo me tropiezo a oscuras con todo cuanto hay dentro de esta casa.
Encuentro por fin de donde prender los malditos bombillos, pero no, mi pupila ya está bastante dilatada a estas alturas. Extiendo los brazos para tantear el espacio y los objetos a mi alrededor, vuelvo a la cama, lenta pero segura, de nuevo las cobijas, de nuevo mi almohada, dos o tres vueltas para poder dormir, ¿en que estaba? ¡A! claro, ”no creo que sea yo ”…

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