viernes, 27 de febrero de 2009

ni se ni me importa.

tengo la manía de morderme los labios y cortarme los dedos para sentirme viva.
tengo la ligera costumbre de tirar cosas como trapos sucios dentro de mi cabeza.
tengo el cansancio suficiente partiéndome el cuerpo por la mitad, la espalda hecha trizas,
mis piernas que ya no se mueven. el cuello como siempre, siempre duele como siempre.
el ardor que juega sobre mis ojos me recuerda cuanto sueño tengo,
(¿ o cuantas ganas tengo de soñar?)
tengo ganas de no tener ganas de nada...
el sol que ahora está justo sobre mi cabeza logra marearme un poco, tengo sed.
por cada diminuto minuto que transcurre
lo que queda dentro de mi pecho masacrado cambia de color,
solo siento la levedad de lo que ya no siento,
cada día todo esta más claro,,, supongo yo ... aún no,
leo uno o dos libros de esos que dicen cosas que yo ya no entiendo,
pongo los pies sobre la cama con mis zapatos sobre ellos,
un leve olor azul fresco por toda la casa.
adoro los ojos de los felinos y la luz de las velas a media noche,
el aliento de café en mi boca,
caer siempre me produce la misma sensación de vacío.
pero aveces no hay que caer. el vacío se queda pegado de uno, o viceversa.

viernes, 20 de febrero de 2009

“no creo que sea yo”

El último pensamiento que gira en mi consciencia se dio segundos antes de que despertara, pongo los pies en el suelo, me quedo sentada en el borde de la cama y no encuentro de donde encender la luz. Pienso un momento, ya sé donde estoy, ya lo recuerdo, mi casa, todo cuanto hay en esta habitación alguna vez fue mío, esta es mi casa. Me pongo de pie y voy al baño, tampoco encuentro de donde encender las luces, ¡esta ya no es mi casa! (pronto tal vez lo sea de nuevo). He tomado todo tipo de decisiones incorrectas en los momentos correctos. He dejado que todo pase, todo sigue pasando. Varias horas antes estaba sentada en un parque, un parque de un lugar donde los días no importan, donde todo el tiempo el tiempo es igual. Aquí no pasa mucho, hoy no es diferente, hoy no paso nada, no paso nada que cambiara el transcurso indiferente de los días, de mi tiempo, de mi reciente rutina.
Alusión a la memoria, eso es. Eso es todo. Hoy hace frío, es la única sensación fuerte y certera que puedo sentir.
Puedo perderlo todo. Terminar de perderlo todo. Todo lo de antes. Esa sería una decisión correcta, ¿o no? No quiero ver ciertos ojos y escuchar razones, ya no quiero escuchar más, no quiero cerrar los ojos para contener la rabia y confundir las respuestas y las razones precisas.
Quiero beber algo frío, camino hacia la nevera y mis pies descalzos se tropiezan con algo, un golpe fuerte en los dedos del pie es una de las peores sensaciones que se pueden sentir en la madrugada con las luces apagadas y sin saber en donde carajos se está parado. Lugares desconocidos. Contengo la respiración y evito las palabras con las que normalmente maldigo mi torpeza, hay personas durmiendo, siempre hay personas durmiendo mientras yo me tropiezo a oscuras con todo cuanto hay dentro de esta casa.
Encuentro por fin de donde prender los malditos bombillos, pero no, mi pupila ya está bastante dilatada a estas alturas. Extiendo los brazos para tantear el espacio y los objetos a mi alrededor, vuelvo a la cama, lenta pero segura, de nuevo las cobijas, de nuevo mi almohada, dos o tres vueltas para poder dormir, ¿en que estaba? ¡A! claro, ”no creo que sea yo ”…

sábado, 7 de febrero de 2009

Interior- día ... afuera siempre llueve.

Parados en las puertas, bajo un techo cualquiera, se acomodan, se agrupan,
se estrujan y se incomodan, ven caer la lluvia sin una dirección precisa.
seguro en este instante alguien va en un bus, en el metro,
o en un taxi que espera un semáforo en rojo,
seguro no quieren llegar a su destino,
seguro el 90 %de la gente no se moja cuando llueve,
seguro el 9 % que se moja no quería hacerlo.
Miro por la ventana, veo el agua corriendo hacia abajo,
demasiada agua rodando por la calle.
Juego con mi aliento sobre los vidrios y hago figuritas con mis dedos,
tengo los pies helados pero no me molesta. Un gato se desliza entre mis piernas,
una corriente de aire mueve mi pelo y luego lo deja estático sobre mi cara.
Me gusta caminar por el centro cuando llueve,
¡mmmmmm! sombrillas de colores, aire frío, aire sabor a menta,
aire frío con olor a polvo.
El mundo corre despavorido buscando cualquier tipo de resguardo.
Me gusta quedarme quieta en algún lugar viendo la lluvia,
viendo la gente pasar, escuchando los pasos apresurados sobre los charcos de agua,
las gotas que se chochan y rebotan sobre las sombrillas,
me gustan los señores que gritan sombrillas a 5.ooo $ justo antes del aguacero.
Antes me gustaba correr contigo bajo la lluvia y no de la lluvia,
ahora prefiero sentarme, ahora prefiero café caliente y amargo,
prefiero el olor del café y el sabor del cigarrillo.
No, siempre me gusto correr bajo la lluvia, no era tu mano lo que había entre mis manos,
no había nada entre mis manos.
En este momento alguien más miro por la ventana,
justo como yo, busco en su memoria y no preciso ningún recuerdo,
no hubo referente alguno.
Me gusta cuando el tráfico para en la lluvia,
luces rojas y amarillas reflejadas en el pavimento,
goteritas perfectas deslizándose por los vidrios.
No miro al suelo cuando llueve, aunque miro al suelo casi siempre.
Quiero siempre mirar al cielo cuando llueve,
pero las gotas me hacen cosquillas en la cara,
puedo levantar la cabeza pero siempre tengo que cerrar los ojos,
siempre voy a perderme ese cielo.
definitivamente no me gusta que deje de llover,
es extraño cuando lo que disfrutas simplemente desaparece.