viernes, 13 de marzo de 2009

los viernes siempre iguales...

Un día como cualquier otro, nada que ver con la mala suerte . En este mismo instante me duele la cabeza, algo en mi pecho oprime de una manera incómoda cuando respiro. Ahí vamos de nuevo, me pesan los ojos, me mareo, me mareo demasiado, inhalo, exhalo, a estas alturas me fastidia que exista mi propio estómago. Cierro los ojos y busco un color agradable que pueda calmarme al visualizarlo. Mi cuerpo todavía no está bien, Algo en mi cabeza me dicta que debo estar llena de rabia. Todos los niños de mi generación estaban llenos de rabia. Ni tu ni el pueden tocar las fibras de mis resentimientos. Ahora es inútil tratar de despertar un odio que aún es incontrolable. En mis listas mentales hay demasiadas cosas que quedaron fuera. Mentir es una profesión, decir la verdad suele ser una sola misión imposible, o un daño extremo inevitable.
De mi boca salen las palabras más dolorosas y llenas de nada, solo de mi corazón sale la fuerza para la legitimación de mi propia defensa. Seguro se hace evidente la confusión en este momento. Ya están completamente claros los errores cometidos. Seguro en el pasado he sido una mejor y una peor persona, no me importa.
Al fin, aunque las decisiones puedan ser erradas la condición es tranquila. Ahora no puedo decir que nunca me sentí tan bien estando en una situación tan mala. Ahora no puedo decir nada, no lo voy a hacer, no hay nada que mi obligue. Tengo opiniones vagas y algunas ampliamente fundamentadas sobre lo que pasa a mi alrededor, lo que circula aún cuando no estoy. Hay una parte del mundo que para mí nunca existirá, si lo pienso, la esquina que ayer me cautivo con su sola imagen hoy no me produce sensación alguna, más sin embargo fue hoy y no ayer cuando tome la foto de tal esquina.
Ayer y hoy.
una frase de Gaugin me da vueltas por la cabeza, (¿ o el cuello…?)

"Mis ojos ven el espacio, sin observarlo; y tengo la sensación de algo infinito, de lo que soy el comienzo."