sábado, 28 de junio de 2008

estación acevedo,,, solo por casualidad

empezar escribir mientras uno suspira es gracioso y hasta patético.
hace mucho frio, mucho, el frio me enamora, me da ganas.
o simplemente frio. haaaaaaa
otro suspiro, nada, recuerdos, noches , colores en mi cabeza, luces,
calles, la sensación fresca de despertar, del primer trago con el estómago vacio,
de sentir en la garganta los estragos del cigarrillo el licor y el frio,
de sentir los efectos de la noche anterior.
que seré esta estúpia manía mía de andar recordando todo el tiempo.
pero bueno,,,
el viernes desperté para variar en una casa que no es la mía,
salí al medio dia, tantos tangos la noche anterior me dejaron seca
cansada, extasiada, exitada, pesada cuando respiro.
salí caminando, una buena acción, (sobre todo cuando uno esta perdido y no sabe para donde va)
es muy tranquilo, aunque el sol de medio día y la resaca no se la llevan bien eso lo se.
en fin, no sabía ni a cual estación del metro iba a salir por que eso era lo que estaba buscando,
el metro; después de media hora de caminar,
la dichosa estación me parecía mito,,, pero cuando menos lo esperaba apareció, o más bien yo aparecí enfrente de ella,,, carajo, era acevedo y el metrocable absolutamente borroso al fondo,
pero ahí estaba.
compre el tiquete, el que da pa un viajecito no más, esta claro soy muy desparchada, y por eso me subí al metro cable, no me resistí. eso sí luego me peso como un putas,
primero soy acrofóbica me dan pavor las alturas, pero también soy ociosa, y segundo me toco sola en el dichoso aparatico dos estaciones. la vista desde allá arriba es hermosa pero entre más ascendía la cosa esta, más me pesaba el pecho, mi estómago que además estaba vacio parecía estarse deborando a sí mismo, de las rodillas para abajo sentía calambre extrañisimos y el ritmo del pulso que empezaba a cambiar, no se acelero, se puso lento, y para mí es mucho peor.
y bueno en esos momentos es que uno piensa todo lo malo que le puede pasar auno por allá colgado, se acuerda de todas las personas que quiere y luego como conclusión mentalmente repetirse, quien me mando carajo.
después de todo eso solo queda o por lo menos para mí relajarme, y otra vez recordar, que la primera vez que me subí ahí tenía compañía, que se reían de mi miedo pero bueno por lo menos pensaba en que no me iba a morir sola. la segunda y por que en la escuela de artes de la nacho es inevitable, salida a santo domingo savio, pero bueno, a y ese día me toco con una maricona que le parecía divertido sacudir la cabinita esta mientras subía... desgraciada, me acuerdo y me da rabia.
en todo caso conté el tiempo con el cronómetro de mi celular, 34 min con 07 segundos, (mucho tiempo que gastritis la que me dio) y aunque el miedo no se me quito del todo lo disfrute bastante, y al final hasta me asomaba a mirar hacia abajo, yyy muy bonito hay partes donde hubiera podido jurar que si alguien saltaba desde el suelo alcanzaba a tocar la cabina, obvio eso no sucede pero a mi miopía y a mi nos parecía que si,,
todo muy tranquilo, en la tercera estación ya habían 4 personas más conmigo, eso fue reconfortante. y ya y nada más mucha publicidad en las cabinas, publicidad que sube y baja todo el día, (que pensara la gente que esta abajo?) y medellín silente absolutamente silente y borroso.
al llegar a la última estación se me ocurre que cuando Gloria dice que la forma arquitectónica e imponente que tiene la biblioteca es una ofensa, es absolutamente cierto, pero no se, difiero, tal vez, un poco , no del todo,,, no es mi asunto, igual no quería pensar en eso.
el vagoncito dio la vuelta en la última estación, luego estaba preocupada por que el cable del metro cable no se rompiera y todo eso,,, de bajada, las 8 peronas el vagoncito estaba lleno,,, y que
mero silencio, ni los que se montaron de a dos hablaban, muy raro, esa situación , ese silencio,
estar suspendido en el aire a una altura tan considerable en ciertos momentos, todos nos mirabamos, pero evitabamos un contacto directo a los ojos, yo no se, cuando me baje en la estación del metro otra vez volví a ser persona, me volvió el alma al cuerpo y casi me caigo bajandome de la cabina, pero quede con una sonrisa imborrable el resto del día, hasta aguante bien el viaje en metro,,, por que no me gusta el metro,, para nada. pero esa es otra historia.

1 comentario:

Quiroga dijo...

Sólo diré que es gracioso cuando sucede, nada más, porque lo confieso, soy de los que a veces sacuden las cabinas.